Algunas décadas atrás los jóvenes y niños se entretenían realizando actividades que demandaban desgaste físico, hoy, por el contrario la tendencia apunta al sedentarismo gracias a los videojuegos, el Internet y la TV. La escasa actividad física se complementa con la disponibilidad de comida rápida para crear una nueva tendencia en el planeta: la obesidad. Recientemente el Comité de Actividad Física de la Asociación Española de pediatría (AEP) presentó un documento en el que se da a conocer los beneficios de la práctica de ejercicios desde la infancia para evitar el sobrepeso y la obesidad.
Gerardo Rodríguez, coordinador del Comité de Actividad Física de la AEP manifiesta que los niños y adolescentes deben ingerir alimentos en una cantidad que les permita mantener el equilibrio con el desgaste generado por el ejercicio físico. Para lograr este equilibrio el especialista recomienda ingerir cinco comidas al día que aporten entre 1600 y 2500 calorías por día.
Los especialistas recomiendan incentivar a los niños para que aprovechen las situaciones cotidianas para hacer ejercicio, como por ejemplo al recoger la basura, subir las escaleras o acompañar a los ancianos a comprar.
Lo ideal sería que los jóvenes se comprometan a caminar a buen ritmo durante 30 minutos a diario, a realizar sus prácticas de educación física y que la familia se involucre para dar prioridad al ejercicio frente a otras actividades sedentarias. Al final del día los jóvenes deberían haber quemado casi tanta energía como la ingerida con los alimentos para evitar la obesidad.
Un estudio cualitativo realizado entre padres y maestros de niños de edad pre-escolar, indica que los adultos no perciben como una amenaza el consumo de bebidas azucaradas, como leche chocolatada o jugos de frutas, cuando en realidad el consumo de dichos productos podrían contribuir al desarrollo de obesidad infantil.
Las personas al cuidado de niños de pre-escolar consideran que el consumo de bebidas azucaradas podría ser saludable para los niños, considerando que contienen minerales y vitaminas que favorecen el desarrollo de los chicos, aunque algunos padres indicaron que su consumo diario estaba limitado. Las opiniones favorables hacia las bebidas azucaradas estuvieron vinculadas a una escasa percepción de la necesidad de aumentar la actividad física en los niños.
Reducir la disponibilidad de alimentos con alto contenido de azúcar y bajo contenido de nutrientes es esencial para lograr ganar la guerra contra la obesidad infantil en el planeta. En algunos países se han establecido políticas creativas para evitar el ingreso de alimentos malsanos en las escuelas, creando normas que establecen un perímetro alrededor de los colegios, en los que no se puede comercializar alimentos y bebidas azucarados o malsanos.

Investigaciones previas han demostrado que es necesario aplicar estrategias que permitan cambiar los hábitos que conducen a la obesidad, pero los participantes de este estudio no perciben el consumo de bebidas azucaradas como un peligro. Frente a estos resultados, se hace necesario proporcionar a los maestros material que les anime a realizar un cambio en la actividad física, se modifique el tipo de bebidas que consumen los niños y les anime a programar actividades vinculadas a ambos objetivos durante la clase. Además se debe considerar involucrar a los padres en las actividades realizadas en la escuela, para que dichos hábitos se trasladen al hogar.
Si intenta perder el peso extra, contar las calorías generalmente es bastante inútil. De hecho, si se enfoca en las calorías, puede distraerse fácilmente de la respuesta correcta, que se basa en optimizar su nutrición.
Desde hace mucho tiempo estoy en contra de contar las calorías. Incluso si logra perder algunos quilos, no va a estar más saludable si come menos galletas que antes.
En resumen, si en verdad desea perder peso y mejorar su salud, entonces debe reemplazar sus calorías vacías y alimentos desnaturalizados con los que son ricos en nutrientes. Deja de contar calorías, para enfocarse en el valor nutricional.
Se debe prestar atención a la etiqueta de información nutricional, la cual indica la cantidad de calorías y porcentaje de nutrientes que una porción aporta a la dieta diaria. Adicionalmente se debe analizar la lista de ingredientes, considerando que los productos envasados deben enumerar cada uno de sus ingredientes utilizados en su elaboración, colocando el más predominante en primer lugar, luego el segundo más prominente y así sucesivamente. Al seleccionar un alimento se debe tener en cuenta que en primer lugar tenga ingredientes nutritivos.
El tamaño de la porción
Analizar los ingredientes de un producto es importante, pero también es relevante considerar la cantidad que se consume de cada alimento, teniendo en cuenta que el contenido del envase no necesariamente es una porción de los nutrientes enumerados en la etiqueta de información nutricional. Si se quiere comer solo una porción,
se debe medir la comida y comerla en un plato.
Se debe considerar además cuál es el porcentaje de la cantidad diaria recomendada de cada uno de los nutrientes contenida en una porción de ciertos alimentos. Al tener en cuenta la cantidad de cada nutriente, se debe considerar que un 5% o menos es un contenido bajo, y por encima de un 20% es un contenido alto.
Uno de los elementos más importantes a tener en cuenta son los nutrientes. Las personas deberían procurar consumir un 20% o más de proteína, fibra, vitaminas y minerales esenciales, como la vitamina C o calcio, en una sola porción.
Limitar la cantidad
Aunque resulte obvio, hay que decirlo, lo primero es comer menos, comer con moderación. Hay que servirse porciones pequeñas. Si tenemos al frente tres piezas de carne, lo mejor será tomar solo una o quizás dos. Según comenta Ángel Gil, presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT), se puede comer lo mismo, pero en cantidades más pequeñas. Lo importante es hacerlo con moderación.
Otra recomendación del experto es que una buena comida debe incluir algo de fruta. Pone como ejemplo lo siguiente para una celebración: unos entremeses, una sopa o ensalada de fruta y una pieza de carne o pescado. Sin embargo, nunca en abundancia, remarca el especialista, insistiendo en que la mejor prevención es comer de manera moderada.
Menos grasas y alcohol
Uno de los efectos que producen las grasas es un retraso en el vaciamiento del estómago. Así que el consumo excesivo de dulces, salsas, carnes o pescados muy grasos, así como embutidos, puede terminar en dolor abdominal, náuseas e inclusive en vómitos.
Asimismo, según explica la doctora Breton, la ingesta excesiva de alcohol puede provocar alteraciones en los movimientos del esófago y la presión del cardias. Esta situación propicia el reflujo y puede terminar en esofagitis. Otra consecuencia es que el alcohol puede dañar la barrera gástrica, ocasionando una gastritis aguda y además retrasar el vaciamiento del estómago. Debido a esto Breton concluye que el consumo de grandes cantidades de alcohol puede tener consecuencias más graves.
La experta también advierte a las personas que tienen alteraciones digestivas, como hernias de hiato o piedas en las vesículas, así como a aquellas que toman medicamentos como antinflamatorios, estar alertas, pues son más sensibles al daño que puede producir una comida demasiado abundante o desbordante en grasa. Agrega que quienes sufren de colelitasis o de piedras en la vesícula podrían experimentar síntomas como dolor absominal, náuseas o vómitos.
Postres de fruta o helados de agua
De la misma manera que se recomienda que la comida lleve frutas, también se aconseja que lo lleven los postres. Para favorecer la digestión los mejores aliados son una fruta o un helado de agua, no los de leche, precisa el profesor Gil. Advierte que si se trata de jugo de naranja algunas personas deben tomar precauciones, pues no a todos les cae bien. En algunos casos puede favorecer la digestión, pero puede no ser así en algunas personas. Gil también recomienda que la pieza de fruta sea entera, por ejemplo, un mango o una naranja.
Infusiones después de la comida
Una manzanilla, té, tilo o una menta son recomendables.
Sin licor
A pesar de que existe la creencia de que un sorbo de licor ayuda a la digestión, esto no es así. De la misma forma que el vino, solo se trata de un componente placentero de las comidas, sentencia Gil. Un sorbo de licor no va a caer mal, pero tampoco favorece la digestión.
Salir del sedentarismo
Tras una abundante comida, hay que evitar el sedentarismo, aconseja Bretón. Esto implica estar mucho tiempo en un asiento, y peor aún, recostados. Lo recomendable es caminar, dar un breve paseo, lo cual puede resultar beneficioso para mejorar cualquier síntoma de incomodidad. Otra recomendación es tomar suficiente agua.
Agua y fibra en las próximas comidas
Si nos abandonamos a un exceso en la alimentación, lo mejor será compensarlo en las siguientes comidas, procurando que sean ricas en agua y fibra. Bretón sostiene que la compensación debe hacerse con alimentos ligeros, ricos en agua y fibra. Por ejemplo, se puede recurrir a las frutas y verduras.
Horarios establecidos
Se recomienda mantener una regularidad en los horarios alimenticios y si hay celebraciones tratar de no cambiarlos excesivamente.
Esperar una hora antes de dormir
Las comidas abundantes son más pesadas que las regulares, así que si hemos tenido un copioso banquete, es recomendable evitar irse a dormir al menos una hora después de la comida, indica la doctora Bretón, precisando que esto es muy importante para quienes padecen de hernia de hiato.