Los niños con sobrepeso y obesidad se enfrentan a una serie de dificultades psicológicas y físicas. Se estima que aproximadamente el 15% de los niños en el mundo sufren de problemas de obesidad como lo pueden ser la diabetes, enfermedades cardíacas y malformación del esqueleto. El control de la obesidad infantil comienza con una dieta balanceada, cambio de hábitos y estímulo a la actividad física.
Para contribuir al desarrollo de estos niños, uno de los ejercicios físicos que se practica es el entrenamiento de resistencia que puede servir para mejorar la eficacia personal y la autoestima, además de asegurar beneficios a salud.
Interesados en medir los efectos de este entrenamiento sobre los niños, un grupo de encuestadores de la Universidad de Australia del Sur analizó desde distintas publicaciones científicas, 40 en total, como influye el entrenamiento de resistencia en el aumento de la fuerza, la composición corporal y la mejora de la situación psicosocial de niños y adolescentes con sobrepeso y obesidad.
El estudio encontró pocos efectos sobre la composición del cuerpo, pero mayores influencias para ganar fuerza. Sin embargo, el entrenamiento de resistencia no demostró, en los estudios evaluados, ejercer una influencia significativa sobre las situaciones psicosociales en niños con obesidad o sobrepeso.
Los investigadores también concluyeron que las intervenciones que sólo utilizaron entrenamiento de resistencia tenían efectos similares sobre la composición física en comparación con el entrenamiento junto a la intervención aeróbica. Todavía, para el aumento de la fuerza, los entrenamientos exclusivos de resistencia tienen efectos mayores.
Es necesario realizar diferentes ejercicios y actividades físicas, con moderación, pero con continuidad a lo largo del tiempo, tanto en periodos cortos, mínimo de 10 a 15 minutos o con mayor duración entre 60 a 90 minutos a menor intensidad, teniendo en cuenta que hablamos de niños y que no se deben tratar como adultos en miniatura, sino adaptar las condiciones y circunstancias a los propios sujetos.
Los niños copian lo que ven. Esa frase de la que tanto se habla entre educadores también debe servir de referencia para la salud de los hijos. Comer bien y practicar actividad física son acciones que deben ser influenciadas principalmente por los padres.
Un estudio realizado con 1.615 niños a la edad de siete años, en promedio, participantes en un programa de promoción de la salud en Alemania, ha examinado la relación de la actividad física realizada por los padres, con el vigor físico de sus hijos, y la participación de ellos en deportes organizados. A través de cuestionarios aplicados a los padres, más de la mitad (el 58% de las madres y el 57% de los padres) afirmaron ser físicamente activos y 8,3% de los hijos fueron clasificados como obesos o con sobrepeso.
Comparando los datos, los investigadores de la Universidad de Ulm (Alemania) no encontraron una relación significativa entre la actividad de los padres y los niveles de actividad física regular de los hijos, pero señalaron que los niños con al menos uno de los padres activo demostraron tener más participación en las actividades deportivas.
Los datos revelaron también que el número de niños con sobrepeso u obesidad es mayor en el grupo de los padres con baja actividad física. Más que un modelo, el soporte de los padres a la participación de los niños en actividades físicas es un diferencial que facilita la actividad física entre sus hijos.
Los resultados del estudio ponen de relieve la importancia de incluir a los padres en la promoción de la salud y para la prevención de la obesidad en programas dirigidos a los niños.
Los adultos y en este caso los padres, son los espejos en los que se reflejan los niños, por ello, debemos ser ejemplo en todo momento y para ello, es necesario actuar como tales, no sólo con la práctica de actividad física, sino con una correcta alimentación y hábitos saludables.
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